martes, 17 de noviembre de 2015

LECCIÓN PARA EL CORAZÓN




Mi hija de diez años, Sara, nació sin un músculo de uno de sus pies por lo que usa siempre un aparato ortopédico para ayudarla a caminar. Un hermoso día de primavera llegó de la escuela y me dijo que había competido en carreras de velocidad, en unos eventos deportivos de la escuela.

Debido al problema de su pierna, empecé a pensar rápidamente en algo que decirle para darle valor y animar a mi Sara y qué cosas podría decir acerca de no dejar que esto la desanimara pero, antes de que yo pudiera decir nada, ella comentó:

- ¡Papi gané dos de las carreras!

Yo no podía creerlo... Después añadió:

- Tuve ventaja.

- Ah, lo sabia —pensé—. Debieron de haberla dejado correr en cabeza y con ventaja sobre los demás.

Pero una vez más antes de que pudiera decir una palabra ella dijo:

- Papi no me dejaron correr primero que los demás. Mi ventaja fue tener que trotar más fuerte que los demás.

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