En un recóndito rincón africano, vivía un león al
que sus cuerdas vocales le impedían rugir como sus semejantes. Un defecto de
nacimiento, del que nadie estaba enterado, que le obligó a adoptar una
actitud mucho más tranquila y sosegada que la del resto de sus congéneres,
gracias a la cual se granjeo la amistad de todos los animales de los
alrededores.
Un día, su destino se cruzó con el jabalí más
cabezón y pesado del mundo. Tan pesado era, que el león deseo fervientemente
poder rugir para apartarlo de su lado. Fue tal la sensación que le produjo este
inoportuno invitado, que se puso a trabajar en un invento capaz de reproducir
el sonido de un rugido. Los meses pasaron y el jabalí regresó para terminar la
conversación que creía tener pendiente con el león.
Harto de tantas patrañas, acciono el botón de su
máquina, para lanzar el rugido más potente y aterrador jamás escuchado. Un gran
rugido, que además de su objetivo, aterrorizo al resto de los habitantes del
lugar.
Solo y abandonado por todo el mundo, el león
comprendió que para que todo el mundo lo respetara no era necesario rugir. Muy
arrepentido por su acción, pidió perdón todos sus amigos, prometiéndoles que
nunca jamás les asustaría con sus rugidos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario