sábado, 28 de noviembre de 2015

EMPEZAR POR LO PEQUEÑO



Un monje ermitaño  meditaba profundamente en su cueva cuando se sintió molestado por un ratoncillo que se puso a roer sus ropas.

-Márchate estúpido - dijo el ermitaño - ¿No ves que has interrumpido mi meditación?
-Es que tengo hambre - contestó el ratón.
-Llevaba más de treinta días de meditación buscando la unidad con Dios y me has hecho fracasar - se lamentó el ermitaño.

-¿Cómo buscas la unidad con Dios si no puedes siquiera sentirte unido a mí que sólo soy un simple ratón? - respondió el roedor.

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