Un monje
ermitaño meditaba profundamente en su
cueva cuando se sintió molestado por un ratoncillo que se puso a roer sus
ropas.
-Márchate estúpido - dijo el ermitaño - ¿No ves que has interrumpido mi meditación?
-Márchate estúpido - dijo el ermitaño - ¿No ves que has interrumpido mi meditación?
-Es que
tengo hambre - contestó el ratón.
-Llevaba
más de treinta días de meditación buscando la unidad con Dios y me has hecho
fracasar - se lamentó el ermitaño.
-¿Cómo
buscas la unidad con Dios si no puedes siquiera sentirte unido a mí que sólo
soy un simple ratón? - respondió el roedor.
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